Recuerdos de Ezequiel.

Leyendo el undécimo recuerdo de Ezequiel (el que me faltaba), y siendo yo todavía, como soy, joven, algunos juegos de mi infancia también me han asaltado, y aquí me he sorprendido con una sonrisa de oreja a oreja, recordándolos.
A la sazón, "los petos", esas estaquillas de madera (las buenas eran de avellano, por lo derechas, flexibles, y resistentes a los golpes) que tirábamos a clavar en el suelo, y ayy de aquél cuyo peto no se clavase, y se cayese: le tocaba un turno sin tirar, con su peto en el suelo, viendo cómo los demás nos tomábamos -o se tomaban, que también me tocó sufrir- nuestro tiempo en apuntar, a ver quién le daba un buen golpe, y lo rajaba: de hecho, un peto con muchas marcas era motivo de orgullo para su propietario, por su dureza.
O "la granja" (¿Se llamaba así?). Anda que no hicimos vacas, caballos, incluso perros (mis favoritos, como hoy día, eran los mastines, leoneses para más señas), con chapas de ocúmen, que pintabamos, y a las que poníamos nombres: sacábamos el ganado a pacer, íbamos a la feria, y hacíamos trueques... De todo.
Buenos recuerdos.
Por cierto, que hablando del mastín leonés, todavía no he visto ninguno por estos lares, y es tan típico como los juegos de niños. Éste se llama Obelix (por el tamaño, unos 70 kgs. nada menos), y es tan vago que madruga para estar más tiempo sin hacer nada.

¡Menudo mastín más chulo que tienes! La verdad es que es una suerte que puedas tener uno. Yo en cambio, por temas de espacio, he de conformarme con una coneja enana, que en lugar de 70kg como Obélix, pesa sólo kilo y medio. Eso sí, a cariñosa (por raro que parezca) no la gana nadie.

Había pensado escribir algo sobre los mastines, porque tienes razón en eso que dices que son muy típicos de allí. El problema es que escribir no es lo mío, y me cuesta mucho, pero bueno, algo habrá que hacer...

Gracias por la foto y por tus comentarios. Y un saludo a Obélix!

Un beso,

Noemi.

Lo más fácil, en todo caso, es googlear, que seguro que ya se le ocurrió a alguien.
Mastín leonés
Y ésto es lo que pone la wiki El mastín leonés en la wikipedia
Un besazo, prima, y saludotes para todos por ahí.

Ah, que bien! pues mira, a ver si me pongo esta semana y pongo algo en la web sobre el mastín.
Gracias!!!
Muchos besos a todos,

Noemi.

Próximamente contaré una historia o recuerdo que me contaron el Domingo. Solo necesito algo de tiempo.
Una anécdota muy alegre...

Alvaroooo, a ver ese recuerdo o anécdota "tan alegre" que nos ibas a contar. Te estamos esperando.

Pues al final, después de mucho esfuerzo-pereza, ya que no soy yo muy amigo de escribir ni redactar historias ahí va, como el caballo de copas:

Mandaron a dos jóvenes hermanos a escavar, a las tierras del “jerrón”. Iban muy alegres porque llevaban buena merienda,a saber, pan con chorizo, salchichón y su buen jamón, con su correspondiente parte de tocino. Llegando al Jerrón, le dice el hermano a su hermana, o al revés, que más da: “podemos comer primero la merienda, y después ya hacemos la faena” y dicho y hecho.
Se sientan en la sierra, abren el zurrón, y a comer… se ponen a merendar, tan alegremente, y como no tenían mucha hambre, porque todavía no habían escavado nada o simplemente porque no les gustaba el tocino, lo tiraban.
No se fijo si al tirarlo apareció el lagarto, atraído por el suculento manjar o se lo tiraban a él porque estaba por allí. El caso es que al principio les resultaba gracioso ver al “inofensivo” animalillo comer el tocino. Pero como donde comen veinte, comen veintiuno y también porque les apretaría el hambre, empezaron a venir más, y lo que era un animalillo inofensivo acabó siendo un ejército de lagartos que metían miedo. Ya no comían las sobras sino que empezaban a arrimarse a los chavales, amenazando con tirarse a las manos y comer algo mas que la merienda.
Al final tuvieron que volver para casa, corriendo, o por lo menos a paso apretado, sin escavar y sin merienda.

¡Hombreeeeee D. Alvaro! Se ha animado Usted a cumplir con su compromiso. Pues los lectores se lo agradecemos porque además narra Usted con lustre académico y gran síntesis descriptiva. El caso es que la anécdota le suena mucho a un servidor por haberla oido en casa por boca de sus "protas". Cuantas de estas correrías quedarán aún por tantos tinteros de nuestro valle. A ver si cunde el ejemplo y al menos nos las cuentan para que, como tú has hecho, podamos disfrutarlas en este foro.

Yo también estaba esperando la historia. ¡Qué buena! Pero, ¿por qué tiene que ser siempre algo que sucedió a los de mi "quinta"?. Me imagino a los "protas" sentados en el ribazo, a la sombra de un roble, tirando de navaja y desechando la tripa del chorizo, como el tocino del jamón. A mí también me mandaron una vez a segar unas cañas de avena inaprovechables para la guadaña.
Mi hermano y yo volvimos a casa merendados y sin ver un mísero lagarto; quizás no nos sobraba ni el tocino del jamón (o es que no lo llevábamos), con lo cual nos ahorramos la carrera a casa y sin nadie que resbalara tras nuestro paseo. Nosotros también volvimos sin segar una caña. Supongo que el abuelo diría: "bueno, no vale la pena, quedará para las grajos". La avena siempre se daba mal en aquellas tierras.
Álvaro, muy bien. Como dice Trotamundos, a ver si alguien se atreve a contar la anécdota que tiene guardada de los años sesenta, setenta, ochenta. Seguro que no les vamos a comer y sí a disfrutar un rato. O es que no les pasó nada fuera de ir a la escuela como simples "niños bien".
¡Anda allá" No les creo.